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Introducción.

Enrique IV de Castilla y León apodado “el Impotente” reinó durante 20 años (1454-1474). Ha sido catalogado como un rey nefasto e indigno y el periodo de su reinado como uno de los más calamitosos de la historia de Castilla. Desde un cierto punto de vista se puede decir que fue así  pero hay que tener en cuenta muchas de las circunstancias que se dieron en el momento de su reinado. El monarca heredó un reino en una difícil situación, durante todo su reinado se vio envuelto en tramas políticas y perseguido por una leyenda negra que sus detractores no pararon de engordar, que han degradado enormemente su imagen.

Fue el Dr. Marañon el primero que planteó en 1930 que Enrique fue un rey enfermizo, impotente, homosexual…y que todo esto le influyo en su gobierno y fueron aprovechados por su enemigos para difamarle.

Pero también hay que tener en cuenta que durante el reinado de Enrique IV se produjo un gran salto hacía el Estado Moderno y en sus dos décadas en el trono se realizaron reformas importantes que luego utilizaran los Reyes Católicos. Y sobre todo se produce el primer intento de unión de los reinos peninsulares. Pero Enrique IV tuvo que luchar con una nobleza muy fuerte y dividida, además de la figura de los validos heredada de la corte de su padre, lo que supone una confrontación de intereses muy importante, que no facilitaron su reinado y que desencadenaron una guerra civil.

De su reinado nos ha llegado una gran información ya que numerosos cronistas de la época narraron los hechos, pero es un periodo tan ambiguo que ni siquiera los cronistas de contemporáneos a él, se pusieron de acuerdo.

Existen dos principales cronistas que relatan toda su vida, por un lado el capellán de Enrique y cronista real que obviamente es favorable al rey. La otra principal fuente es la Crónica de Alonso de Palencia ferviente seguidor del príncipe-rey Alfonso y su hermana Isabel la Católica, claramente contraria a Enrique IV.

Hay otras dos crónicas que nos han llegado fundamentales en el estudió de Enrique IV, por un lado la Crónica Castellana texto anónimo un poco en la línea de Alonso de Palencia pero no tan radical, ni embaucador. Por otro lado está la Crónica de Diego de Varela  que fue el más imparcial de todos pero su crónica es menos minuciosa ya que también tuvo una gran producción narrativa.

 Situación política de Castilla en la primera mitad del s. XV.

La situación en la que se encontraba Castilla en el momento del nacimiento de Enrique IV era difícil ya que la monarquía estaba en continuos enfrentamientos con la nobleza castellana y además la presencia en Castilla de los Infantes de Aragón, los hijos de Fernando de Antequera, que pretendían ocupar el primer lugar de la nobleza a expensas del propio rey.

Con esta situación se necesitaba un rey fuerte para consolidar la dinastía Trastámara al frente del reino, cosa que no era Juan II, que era un monarca débil e irresoluto que pronto dejo en manos de su favorito Don Álvaro de Luna los asuntos del reino, que en 1423 lo nombró Condestable de Castilla y en 1440 sería nombrado Mayordomo de Enrique. El rey Juan II no era el típico rey medieval ya que le interesaban más los conocimientos y la cultura que la guerra.

Toda la primera mitad del siglo XV  fue una lucha continua con numerosos vaivenes, a punto de triunfar muchas veces y al borde de la derrota otras tantas, con dos bandos claramente diferenciados, por un lado los nobles fieles a Don Álvaro de Luna y por otro, los Infantes de Aragón y sus nobles.

Enrique IV. El Príncipe.

Nace el 5 de enero de 1425 en Valladolid. Hijo de Juan II de Castilla y de María de Aragón.  Fue un hijo muy esperado ya que su padre se encontraba en continua pugna con los nobles castellanos y los aragoneses se entrometían en los asuntos castellanos, por lo que Juan II quería un heredero para asegurar la dinastía Trastámara.[1]

Fruto de la gran importancia política del nacimiento de un sucesor de la corona de Castilla su bautizo fue un gran acontecimiento, oficiado por el Obispo de Cuenca Don Álvaro de Isorna, siendo sus padrinos los personajes más importantes de la escena política castellana: el Almirante Alonso Enríquez, el Condestable Álvaro de Luna, el Adelantado Mayor de Castilla Diego Gómez de Sandoval y Enrique Enríquez y como madrinas las esposas de los padrinos. Se realizó una gran procesión en Valladolid en su honor rematada con un gran torneo y en muchas localidades castellanas se celebraron corridas de toros y juegos de cañas en su honor.

El 21 de abril de ese mismo año se realizó la ceremonia de nombramiento de Enrique como heredero y Príncipe de Asturias en el monasterio de San Pablo de Valladolid.

Desde pequeño recibió la típica educación de un miembro de la corte, pronto aprendió a leer y escribir, estudió las crónicas de la época y fue adiestrado en el arte de la caza, la caballería y la guerra, de la misma forma que le enseñaron a comportarse en público, modales en las comidas…todo ello supervisado por Don Álvaro de Luna. Entre sus compañeros de juventud destaca Juan Pacheco que después será su hombre de confianza.

Sus primeros años los pasó en compañía de su madre de un lado a otro por las circunstancias políticas y la práctica de una corte itinerante hasta que en 1429 se ordenó el traslado del príncipe a Segovia por motivos de seguridad. Allí se encargo de su crianza a Pedro Fernández de Córdoba, nombrando a Alvar García de Villaquieran como camarero y Lope de Barrientos como maestro. En Segovia se instalo la residencia del príncipe aunque con cierta asiduidad realizaba viajes para encontrarse con sus padres. En la primavera de 1431 se traslado su residencia habitual a Madrid acompañado de su corte, aunque seguirá teniendo una gran movilidad.

En septiembre de 1535 muere su ayo Pedro Fernández de Córdoba por lo que la custodia del príncipe paso a manos de Don Álvaro de Luna. De la mano del Condestable comenzará a inmiscuirse en los asuntos de política y cada vez tendría más peso en la corte.

En el año 1436 se firma la Paz Perpetua con Aragón, entre las condiciones del acuerdo destaca el acuerdo matrimonial entre Enrique y la infanta Blanca de Navarra. En marzo del año siguiente se celebraron los desposorios por parte del obispo de Osma. Este acuerdo aseguraba la paz entre los dos reinos y a su vez mantenía el predominio del infante en Castilla. La boda se realizó en Valladolid el 15 de septiembre de 1440 siendo los padrinos el Almirante de Castilla, Fadrique Enríquez y Beatriz, hija del rey de Portugal. La boda fue un evento por todo lo alto y donde acudieron los principales señores de al escena política de los dos reinos. En este momento comienza la leyenda negra que se cierne en torno a Enrique y su impotencia que trataré más adelante.

Pero este año 1440 también supuso el final de la dependencia del príncipe Enrique con Álvaro de Luna y por consiguiente de su padre Juan II. Con quince años, casado, asesorado por Juan Pacheco y con el apoyo de su madre que prefería a sus hermanos los Infantes de Aragón, el príncipe no tardo en romper lazos con el Condestable.

Así los Infantes de Aragón y el condestable iniciaron nuevos enfrentamientos, Enrique, su madre y el Almirante Fadrique se ofrecieron a mediar entre las dos partes y finalmente tuvieron éxito cuando en 1441 se iniciaron las conversaciones ente las dos partes. La Sentencia de Medina de ese mismo año aceptada por Juan II, dejó a Álvaro de Luna apartado de la corte y dejando al rey Juan II sometido a un férreo marcaje en la corte por parte del príncipe y Juan de Navarra. En 1443 el control sobre el rey era tan grande que se convirtió en un secuestro realizado por los Infantes de Aragón, la reina y el rey de Navarra a las espaldas del príncipe Enrique ayudado por López de Barrientos, que se alió con el Condestable para liberar a su padre.

En este mismo año Enrique se convirtió de forma efectiva en el primer Príncipe de Asturias, título creado en 1388 para el heredero de la corona y nunca convertido en realidad porque sus predecesores fueron reyes antes de cumplir la mayoría de edad.

En 1444 el rey de Navarra se retiro a su territorio y Juan II fue puesto en libertad y recuperó algunos enclaves que estaban en manos de Juan de Navarra. Y en 1445 muere la reina,  pocos días después de la muerte de la reina Leonor de Portugal, las dos envenenadas con unas hiervas. Algunos cronistas de la época acusaron al Condestable de estas muertes. El rey Juan II no tardara mucho en buscar sustituta y en 1447 llevo a su corte a la jovencísima Isabel de Portugal que le dará dos hijos, el infante Alfonso y la Infanta Isabel, hermanastros de Enrique .

Al poco de la muerte de su madre Enrique cometerá una gran imprudencia que por suerte tuvo un buen final, ya que se acercó en exceso a Olmedo en poder del rey de Navarra, lo que desencadeno una gran batalla donde los Infantes de Aragón sufrieron la derrota definitiva y murió Enrique, maestre de Santiago. Así solucionada la crisis el poder del rey sale reforzado, mientras que Álvaro de Luna no recuperó el poder de épocas anteriores.

Pero aun así los recelos continuaron en la corte y en 1446 se distanciaron nuevamente Juan II y Enrique, esta situación se convertiría en una constante en la corte lo que provocó un debilitamiento importante de  la monarquía en favor de los Validos que hacían y deshacían a su antojo y aumentaron sus patrimonios notablemente, además Pacheco irá ganando terreno a Álvaro de Luna como por ejemplo con el llamado “Golpe de záfraga”  que llevó a prisión a importante miembros de la nobleza que no era fiel a ninguno de sus bandos y repartirse sus territorios, pero en la práctica Álvaro de Luna fue considerado el responsable mientras que Juan Pacheco quedo impune.

Así la figura de Álvaro de luna se fue debilitando y en 1449 el príncipe se alió con Alfonso de Aragón y con el rey de Portugal para terminar con el Condestable y en 1452 después de que Álvaro de Luna  ordenase la ejecución de un sirviente, Juan II debido a las presiones, lo alejo de la corte y por orden suya fue detenido. El condestable fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado en Junio de 1453. De esta forma Enrique y Pacheco  se deshicieron de su principal problema.

En 1453 el príncipe Enrique había conseguido la nulidad de su matrimonio con Blanca de Navarra, el príncipe  argumentó que no le podía dar hijos, aunque en realidad desde que venció  a los Infantes de Aragón en Olmedo, la ignoró. En Diciembre de ese mismo año se firmaron las capitulaciones para casarse con Juana de Portugal, el rey Juan II se opuso a este matrimonio con la intención de que al no tener sucesor Enrique, el reino pasase a manos del infante Alfonso.  Las negociaciones matrimoniales se reanudaron tras la muerte del rey y en febrero de 1455 se firman las nuevas capitulaciones para el matrimonio.

Finalmente Juan II morirá el 21 de Julio de 1454 y en su testamento nombró heredero universal de todos sus reinos, tierras y señoríos a su hijo Enrique y a sus descendientes legítimos y fijó el orden sucesorio para en caso de que Enrique o sus descendientes murieran sin hijos capaces de heredar. Alfonso sucedería a Enrique si éste muriera sin hijos e Isabel sucedería a su hermano si este falleciera antes de llegar a la mayoría de edad o si Alfonso y sus descendientes legítimos murieran sin descendencia.[2]


[1] PEREZ-BUSTAMANTE, R. y CALDERON ORTEGA, J.M. Enrique IV de Castilla 1454-1474. Ed. La Olmeda, Burgos. 1998. Pág. 14.
[2] MARTÏN, J. L. Enrique IV  de Castilla. Rey de Navarra, príncipe de Cataluña. Ed. Nerea, Hondarribia. 2002. Pág. 71

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